Caminando juntos hacia la Unidad

Uno de los temas principales de los mensajes de la Verdadera Vida en Dios es la Unidad de las Iglesias Cristianas, un llamado a la conversión y la reconciliación, donde “la verdadera Unidad está y estará en los corazones”. “ Que todos sean uno, así como, Padre, tú estás en mí y yo en ti, para que el mundo pueda creer que fuiste tú quien me envió. ” (Jn 17, 21).

El círculo virtuoso comienza con

1. Una llamada a la Reconciliación: “Necesito reconciliación principalmente, y una verdadera metanoia, de todas las Iglesias“. ( 18 de mayo de 2013 ) /ver notas editoriales/

2 Una fecha única para la Pascua: “¿ Cuándo aprobarán un decreto por unanimidad para celebrar la fiesta de Pascua en una sola fecha? ” ( 21 de diciembre de 1992 )

Uno de los mayores pecados contra la unidad, es celebrar la Pascua en diferentes fechas. 

No es un divergencia sin importancia. Es el centro de nuestra fe, que Cristo resucitó. Y la fecha en que la celebramos afecta la celebración de Pentecostés también. El domingo 23 de mayo celebramos Pentecostés en las Iglesias católicas, anglicanas y evangélicas.

Las iglesias ortodoxas la celebrarán este 2021 el 20 de Junio. No es un hecho menor la ocurrencia del Milagro del Fuego Santo en el Santo Sepulcro el sábado de gloria ortodoxo.

Y la unificación de la fechas de Pascua no vendrá sin amor sacrificial

Y perseverante oración conjunta.

3 Comulgar en Un altar: ” Llegará el día en que partirán el pan juntos en un altar y nadie evitará que Mis hijos vengan a Mí ” ( 14 de octubre de 1991 )

Unificar las fechas de Pascua es solo el primer paso para responder al llamado de nuestro Señor. El centro de nuestra unión completa, Oriente y Occidente, católicos, ortodoxos y protestantes, es cuando podamos partir el pan juntos y compartir la Eucaristía, la vida de la Iglesia.

Mientras lo anterior llega por acción del Espíritu Santo en los corazones de los bautizados, ya hay muchas personas en todo el mundo tratando de vivir los Mensajes de la Verdadera Vida en Dios y practicar la unidad de la manera en que Nuestro Señor nos está llamando. 

Dos maneras de lograr esto es a través de las peregrinaciones ecuménicas y los grupos de oración de la Verdadera Vida en Dios.

4 Grupos de oración: ” Yo deseo que oren por la Unidad, la Unidad de Mi Cuerpo.  ” ( 17 de enero de 1989 )

Los he llamado, reuniéndolos aquí hoy para rezar juntos; Deseo que Mis hijos se unan; Deseo que toda mi Iglesia se una; aquellos que persisten en permanecer separados ya han separado Mi Corazón del de ellos; comprende la gravedad de tu división, la urgencia de Mi Llamada y la importancia de Mi solicitud; Necesito su corazón para unirlos y reconstruir Mi Iglesia, unida en una, dentro de su corazón. todo lo que pido es amor, para romper las barreras de su división; oren, ustedes que me han ofrecido su corazón y unan su corazón con Mi Sagrado Corazón por la unidad de Mis Iglesias ”. ( 20 de octubre de 1991 )

Las pautas de la reunión de oración fueron diseñadas para compartir la rica vida de oración de diferentes tradiciones cristianas, incluido el Santo Rosario: “Deseo que recen el Rosario” ( 25 de enero de 1988 )

5 Peregrinaciones: “ Cualquier reunión en Mi Nombre para la unidad, Mis bendiciones se derraman sobre quienes comparten estas reuniones; ” ( 5 de octubre de 1994 )

Estas peregrinaciones ecuménicas nos ofrecen la oportunidad de practicar la unidad de una manera muy singular. Nos referimos a la experiencia como un “diálogo de la vida”.. Nosotros, de diferentes Iglesias y sin hacer distinciones, comemos juntos, caminamos juntos, visitamos lugares santos juntos, rezamos juntos, celebramos juntos. Al hacerlo, nos CONOCEMOS y nos presentamos nuestras “riquezas” y tradiciones.

VIVIMOS la unidad porque nos reunimos con la reconciliación y la unidad en nuestros corazones. Estamos viviendo la unidad. Y el Señor nos concede la gracia extraordinaria de ser invitados a comulgar todos juntos los bautizados de diferentes tradiciones cristianas. Y esta acción extraordinaria y profética nos alienta a ofrecer al volver amor sacrificial por la llegada de la Unidad.

Un interesante Mensaje del Señor nos invita a experimentar algo bastante inusual: “permíteme ofrecerte un retiro y una peregrinación en Mi Cuerpo … ven, descansarás en Mi Cuerpo” ( 28 de enero de 1997 ). Su corazón, su boca, sus pies, sus manos, sus oídos y sus ojos nos permiten convertirnos en otro Cristo al recibir la verdadera vida de él. Un lenguaje que es ciertamente simbólico, pero que contiene en sí mismo la promesa de gracias concretas para nuestras vidas, no solo personales sino también eclesiales. El Señor nos recuerda: “Vengo a decirte que mi cuerpo es Mi Iglesia” ( 8 de marzo de 1987 ). Y que “unir Mi Iglesia será la Gloria de Mi Cuerpo” ( 10 de junio de 1987)

Por lo tanto, es también en la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, donde tiene lugar esta peregrinación. Las peregrinaciones organizadas por los lectores de Verdadera vida en Dios son la oportunidad perfecta para glorificar su cuerpo, para permitir que su cuerpo sane de las heridas de nuestra división: “reúnanse, amados; refuerza mi iglesia; únanse, amados, vuelvan a unirse, sean uno  ( 12 de diciembre de 1987

Tomado de la página oficial de TLIG. https://ww3.tlig.org/en/unity-in-diversity/



Notas editoriales


¿Queres subscribirte y recibir más noticias de la VVeD de Argentina?

Los Mensajes reavivaron mi interés por el ecumenismo

Mi descubrimiento de la VVD fue buscando por internet información sobre las Apariciones Marianas de Garabandal, cuyos mensajes había empezado a  difundir poco tiempo antes. Fue entonces cuando descubrí que estos Mensajes Divinos afirmaban que Garabandal era Verdadero y mencionaba la palabra Garabandal 66 veces, lo que me conmovió profundamente. Entonces me contacté por email con México para conseguir los libros. Desde allí se contactaron con Pablo Cuomo, quien me llamó inmediatamente invitándome a una conferencia que la testigo uruguaya Ana Lizarralde daría en la Catedral Anglicana de Buenos Aires, esa misma semana. Fue ahí donde tuve una visión general sobre la obra y compré el primer tomo de los Mensajes. Entonces comencé a ir cada sábado a un grupo de oración diferente al mismo tiempo que leía un tomo por mes.

Los Mensajes reavivaron mi interés de adolescencia por el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Así que decidí comprometerme trabajando en grupos de ecumenismo parroquiales y como miembro de la Asociación de la Verdadera Vida en Dios.

A partir de los Mensajes comencé a disfrutar y a necesitar el rezo del Santo  Rosario, cuando antes lo hacía sólo cuando algo me angustiaba muchísimo o lo ofrecía en sacrificio porque me daba mucha pereza o no le encontraba el sentido a la repetición constante de Aves María.

Pude perdonar aquellas cosas que no comprendía de mi Iglesia y al mismo tiempo, visitando y conociendo miembros de otras confesiones cristianas, aprendí más sobre las cosas que nos separaban y sobre cuáles fueron los motivos que originaron nuestras divisiones. Descubrí posturas muy razonables analizando cada contexto histórico en el que se fue fragmentando el Cuerpo Místico de Cristo. Me enriquecí con el Rito Bizantino participando de talleres y ceremonias y que tanto me ayudaron a comprender a los hermanos cristianos ortodoxos. Admiro profundamente a los anglicanos, al ser yo cantante de coros, por su valoración especial de  la música litúrgica, y a los metodistas por su especial dedicación a los derechos humanos. Les agradezco a los luteranos el poder leer la biblia en mi propio idioma y mostrarme el profundo amor de Martín Lutero por la Virgen María y su defensa de las injusticias humanas. Dejé de ver a los ortodoxos como a unos anticuados aburridos, aprendiendo a  amarlos por todo lo que han conservado de los primeros cristianos, por su devoción por Cristo resucitado, por la especial  veneración de la Theotokos, su gran respeto por lo sagrado y sus tradiciones. Me enseñaron a contemplar los Iconos y a valorar el ayuno. Participé de encuentros entre Evangélicos y Carismáticos. Fueron sus recursos afectivos y expresivos los que me cautivaron al transmitirme amor y alegría por medio de los dones del Espíritu Santo, haciendo que afloraran mis más sinceras emociones espirituales.

Descubrí la importancia de la imposición de manos a la que muy pocos sacerdotes recurren por no darse cuenta que Jesús mismo les dio el poder de sanación por medio de sus manos consagradas.

El lenguaje de la Verdadera Vida en Dios me recordó la dulzura del Cantar de los Cantares, me llevó a releer Las Moradas de Teresa de Ávila.

Recurrí al sacramento de la Confesión con mayor frecuencia y a practicar la Caridad como una gran necesidad.

Encontré en la Verdadera Vida en Dios grandes amigos por su acompañamiento en la oración y en la vida personal. Aumentó mi amor por la Iglesia y por sobre todo encontré en la VVD, respuestas en el camino a seguir para conseguir la unidad plena de la Iglesia.

Lo que sí me escandaliza es que aun estemos separados y divididos, que se ataque tanto a esta revelación del Señor y de la Virgen y no haya más interés en la mayoría de los cristianos, por reconciliar el cuerpo místico de Cristo, que hemos fragmentado con nuestras diferencias teológicas y nuestra falta de amor.

Ruego al Señor que mis dificultades diarias no sean un obstáculo ni una excusa para no convertir mi vida cotidiana, en una VERDADERA VIDA EN DIOS.

Adriana del Carmen G, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. – 12 de mayo de 2014 (4)

«el amor ilimitado del Señor: la promesa de que si conseguimos unificar las fechas de Pascua…»

«La Verdadera Vida en Dios es el Amor.

De a poco, esta vida verdadera fue adueñándose de mí, a través de los mensajes del Señor y llegó inesperadamente, como llegan a veces las cosas del Señor, porque todavía no sé quién  me envió un mail  invitándome  a una charla que una señora llamada Vassula Rydén iba a dar en Buenos Aires, allá por el año 2003.

No pude asistir a esa charla, porque tenía que viajar a Portugal, pero sí me aseguré de que mi marido fuera y me contara. Así fue. Y así llegaron los libros con los Mensajes, y así también empezamos a reunirnos en grupos de oración que compartían esta espiritualidad trinitaria.

Ahora puedo decir que esos hermanos con los que me reunía a rezar son hoy mi familia. Y con ellos me he consagrado a María, con lo que somos más hermanos, todavía.

Mi vida espiritual se ha enriquecido, ha crecido y madurado con las palabras que el Señor nos dirige a través de Vassula, y que debemos tomar como dichas para cada uno de nosotros, porque amorosamente así nos lo pide Él. Se trata para mí de una charla directa con Jesús, que me invita con paciencia y dulzura a convertirme en un “nosotros”, verdadero cortejo, que me fue conquistando.

Mi mayor sorpresa fue descubrir en este diálogo lo que Jesús nos ama, cosa que siempre escuché, pero que no tenía idea de cuánto, de lo mucho, del grado extremo de ese amor. Podría pensarse  que si dio su vida por nosotros debía ser inmenso. Eso pensaba yo, pero mi idea acabada la tuve al leer estos mensajes, cuando Vassula describía sus gestos, su mirada, su voz, al pronunciar las palabas más amorosas que jamás haya escuchado. Así me convencí y me dije a mí misma: Jesús me ama hasta la locura.

Tal descubrimiento hizo que me sumergiera cada vez más y me sintiera cada vez más atrapada por este Himno de Amor y descubriera, de golpe, que tenía más hermanos de los que  creía: “católicos, ortodoxos, protestantes, todos sois hijos míos”.

Fue una sorpresa grandísima saber esto, y enterarme de que era un escándalo y pecado gravísimo que estuviéramos separados, que estábamos respirando con un solo pulmón, que la Casa de Oriente y de Occidente debían respirar juntas, que debíamos unirnos, que todos teníamos que estar dispuestos a ceder, que debíamos trabajar mucho para esto, amén de vivir los mensajes, que debíamos orar constantemente para conseguir la Unidad…Y nuevamente, el amor ilimitado del Señor: la promesa de que si conseguimos unificar las fechas de Pascua, Él hará el resto.

Mi vida, ahora, se ha hecho de esperanza, porque vivo esperando este milagro, que veo cada vez más cerca, sabiendo que el Señor hará su voluntad.

Mientras tanto, mis labios y mi corazón aprenden a alabarlo, a glorificarlo, a ofrecerle mi nada a Él, expresando cada vez palabras más sublimes, que endulzan  y alivian los sufrimientos del Señor, mientras  trato de abandonarme totalmente a su querer.

Es un camino muy difícil porque son muchas las dificultades, las pruebas repetidas que me extenúan, sobre todo cuando pretendo hacer las cosas por mí misma, olvidándome del “nosotros”, de que sola es imposible dar un paso, y de que nunca seré útil para restaurar Su Santuario, si no soy una con mis hermanos, porque en esto se funda Su Iglesia.»

Beatriz D., Buenos Aires, – 25 de junio de 2014 (35)