Mi descubrimiento de la VVD fue buscando por internet información sobre las Apariciones Marianas de Garabandal, cuyos mensajes había empezado a difundir poco tiempo antes. Fue entonces cuando descubrí que estos Mensajes Divinos afirmaban que Garabandal era Verdadero y mencionaba la palabra Garabandal 66 veces, lo que me conmovió profundamente. Entonces me contacté por email con México para conseguir los libros. Desde allí se contactaron con Pablo Cuomo, quien me llamó inmediatamente invitándome a una conferencia que la testigo uruguaya Ana Lizarralde daría en la Catedral Anglicana de Buenos Aires, esa misma semana. Fue ahí donde tuve una visión general sobre la obra y compré el primer tomo de los Mensajes. Entonces comencé a ir cada sábado a un grupo de oración diferente al mismo tiempo que leía un tomo por mes.
Los Mensajes reavivaron mi interés de adolescencia por el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Así que decidí comprometerme trabajando en grupos de ecumenismo parroquiales y como miembro de la Asociación de la Verdadera Vida en Dios.
A partir de los Mensajes comencé a disfrutar y a necesitar el rezo del Santo Rosario, cuando antes lo hacía sólo cuando algo me angustiaba muchísimo o lo ofrecía en sacrificio porque me daba mucha pereza o no le encontraba el sentido a la repetición constante de Aves María.
Pude perdonar aquellas cosas que no comprendía de mi Iglesia y al mismo tiempo, visitando y conociendo miembros de otras confesiones cristianas, aprendí más sobre las cosas que nos separaban y sobre cuáles fueron los motivos que originaron nuestras divisiones. Descubrí posturas muy razonables analizando cada contexto histórico en el que se fue fragmentando el Cuerpo Místico de Cristo. Me enriquecí con el Rito Bizantino participando de talleres y ceremonias y que tanto me ayudaron a comprender a los hermanos cristianos ortodoxos. Admiro profundamente a los anglicanos, al ser yo cantante de coros, por su valoración especial de la música litúrgica, y a los metodistas por su especial dedicación a los derechos humanos. Les agradezco a los luteranos el poder leer la biblia en mi propio idioma y mostrarme el profundo amor de Martín Lutero por la Virgen María y su defensa de las injusticias humanas. Dejé de ver a los ortodoxos como a unos anticuados aburridos, aprendiendo a amarlos por todo lo que han conservado de los primeros cristianos, por su devoción por Cristo resucitado, por la especial veneración de la Theotokos, su gran respeto por lo sagrado y sus tradiciones. Me enseñaron a contemplar los Iconos y a valorar el ayuno. Participé de encuentros entre Evangélicos y Carismáticos. Fueron sus recursos afectivos y expresivos los que me cautivaron al transmitirme amor y alegría por medio de los dones del Espíritu Santo, haciendo que afloraran mis más sinceras emociones espirituales.
Descubrí la importancia de la imposición de manos a la que muy pocos sacerdotes recurren por no darse cuenta que Jesús mismo les dio el poder de sanación por medio de sus manos consagradas.
El lenguaje de la Verdadera Vida en Dios me recordó la dulzura del Cantar de los Cantares, me llevó a releer Las Moradas de Teresa de Ávila.
Recurrí al sacramento de la Confesión con mayor frecuencia y a practicar la Caridad como una gran necesidad.
Encontré en la Verdadera Vida en Dios grandes amigos por su acompañamiento en la oración y en la vida personal. Aumentó mi amor por la Iglesia y por sobre todo encontré en la VVD, respuestas en el camino a seguir para conseguir la unidad plena de la Iglesia.
Lo que sí me escandaliza es que aun estemos separados y divididos, que se ataque tanto a esta revelación del Señor y de la Virgen y no haya más interés en la mayoría de los cristianos, por reconciliar el cuerpo místico de Cristo, que hemos fragmentado con nuestras diferencias teológicas y nuestra falta de amor.
Ruego al Señor que mis dificultades diarias no sean un obstáculo ni una excusa para no convertir mi vida cotidiana, en una VERDADERA VIDA EN DIOS.
Adriana del Carmen G, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. – 12 de mayo de 2014 (4)
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