El sábado 11 de febrero, nos encontramos a rezar el rosario por la unificación de las fechas de Pascua en la casa de la familia ortodoxa que nos recibe los segundos sábados de cada mes. Lo hace desde mas de 20 años atrás. Rezamos todos alrededor de un ícono de la Theotokos.

Al finalizar el rezo, como lo indica la guía de los grupos de oración de la Verdadera Vida en Dios, siempre abrimos dos lecturas para meditar individualmente y luego compartir.
Primero abrimos la Santa Biblia en Eclesiástico 38; 1 al 15. Honra al médico por sus servicios …
Las personas allí reunidas tenemos nuestras dolencias, algunas por la edad, otras no tanto, y como es costumbre conversamos un poco sobre ellas además de ponerlas en las intenciones. Por eso supusimos que el Señor nos lo recordaba para que rezáramos por los médicos que nos atienden habitualmente.
Ninguno de nosotros advirtió que ese sábado era la jornada mundial de los enfermos.
Al volver a meditar la lectura ahora nos damos cuenta que los versículos están dirigido a recordarnos que la enfermedad es parte de la experiencia humana, y nos alienta a no perder de vista que Dios es el que otorga en última instancia la salud, y la restablece también a través de la ciencia del médico y los medicamentos. Por eso nos recuerda que debemos ser pacientes y purificar nuestro corazón de toda ofensa a Dios y a nuestro prójimo a fin de recuperar la salud física pero también la psicológica.
Hay un Mensaje de la Santísima Virgen del 22 de julio de 1990 que nos recuerda el valor sanador del arrepentimiento:
Hoy llamo a los enfermos, diciéndoles: hijo Mío, no estés deprimido. Yo, tu Santa Madre, te amo. Pero ruega al Señor y Él te curará. Limpiad vuestro corazón de todas las impurezas mediante el arrepentimiento.
La segunda lectura que abrimos el sábado pasado fue un Mensaje de la Verdadera Vida en Dios, el del 7 de diciembre de 1994. Es un Mensaje largo y nos concentramos en la parte central, una profecía de Dios Padre sobre la Unidad.
Mi Corona de Gloria
Me será ofrecida desde el Este.(…)
Resucitaré a Mis vástagos de la Casa de Oriente para llevar adelante la unidad, y al final todas las naciones se unirán bajo Un solo Nombre…
Antes de rezar el rosario habíamos conversado sobre la esperanza de que por fin – como lo desean el Patriarca Bartolomé y el Papa Francisco – en 2025 se unifiquen las fechas de Pascua. También conversamos sobre el escándalo que es mantenerlas divididas: no podemos celebrar juntos el centro de nuestra fe, la Resurrección de Jesús, hijo bendito de Dios.
También advertimos que para superar está división Dios nos llama a cooperar con Él y a aceptar las penas que conlleva decirle si a Su llamado.
Por esta causa necesito tu cooperación, hija, tu inmolación por Mi Casa. Tus penalidades serán muchas, hijita Mía, pero sopórtalas con dignidad para honrar Mi Nombre y, a través de esas penalidades, al final, triunfaré.
Finalmente nos detuvimos en esta frase:
Por eso Yo y tú hicimos un pacto desde el principio, para prepararte para tu misión.
Recordamos que Vassula contó muchas veces que nació con los ojos cerrados y así estuvo por tres días. Su madre pensaba que no tenía ojos y le rezó a Santa Paraskevi por su sanación.
Lo cual nos llevó a pensar que hay enfermedades de nacimiento – como la falta de miembros, parálisis cerebral, cegueras y otras discapacidades congénitas – que encierran un misterio sagrado; y que no tenemos acceso a su trascendencia sino en la adultez, como el caso que se recordó de Nick Vujicic, o en el encuentro definitivo con Dios luego de morir.
¡Virgen de Lourdes ruega por nosotros!
Grupo de oración de los Dos Corazones – 2dos. Sábados de cada mes. Palermo, CABA
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