Experimenté la tiernísima Misericordia de Dios, perdonándome, fortaleciéndome, confirmándome en mi decisión.

Hola, soy Inés de 53 años. Comencé a conocer los mensajes de «La Verdadera Vida en Dios» hace 10 años a  través de una de mis hermanas, cuando había decidido salir de la situación de pecado en la que me encontraba (casada por civil con un hombre divorciado de su esposa, con quien estaba casado por Iglesia). A través de los mensajes experimenté la tiernísima Misericordia de Dios, perdonándome, fortaleciéndome, confirmándome en mi decisión y renovándome su invitación a la santidad, a la intimidad con Él, a la nueva consagración de mi vida a Él. (Había vivido 10 años consagrada en un instituto secular pero había salido antes de hacer los votos perpetuos por no sentirme capaz de vivir la castidad de por vida).

La lectura de los mensajes fue un bálsamo sanador, y a la vez un estímulo poderoso de superación, pero ya no por miedo, sino por amor. Nunca antes había leído algo que me acercara más a Jesús, que me «abriera el entendimiento para entender las Escrituras», que me hiciera «comprender con el corazón» cómo nos ama Dios UNO Y TRINO. Encontré en ellos la resonancia de la oración sacerdotal de Jesús, «Que ellos sean UNO, Padre, como Tú y Yo somos UNO, para que el mundo crea que Tú me has enviado». Me movieron a contemplar la Pasión de Jesús como si yo estuviera presente en esos momentos. Me incentivaron a rezar el rosario diariamente y la coronilla de la misericordia. Compartí los mensajes con muchas personas, algunos los rechazaron, otros los recibieron con indiferencia, pero dos personas los recibieron con fruto y me agradecieron haber sido instrumento para que se encontraran con ellos.

Intenté formar un grupo de oración con meditación de los mensajes, funcionó más o menos un año, con tres a cinco integrantes, pero tuvo como fruto que una capilla de mi parroquia recibiera el Santísimo en forma permanente y que se organizara la adoración en esa capilla durante 12 horas, una vez a la semana, y ya llevamos varios años, dos de las adoradoras comprometidas somos lectoras de la Verdadera Vida en Dios.

Primero conocí los mensajes por internet, después empecé a reenviarlos a mis contactos, después participé en un retiro de la VVeD en Buenos Aires, y luego fui consiguiendo los libros para poder tenerlos más a mano, presté algunos que no me devolvieron, hice fotocopias del primero para las integrantes del grupo, regalé otros y me guardé un ejemplar de cada uno.

Me ayudan mucho a mantener viva mi relación con Jesús, me ayudan a orar, a penetrar en los sentimientos de Jesús, a ofrecerme como víctima por la salvación del mundo. Me estimulan a la confianza y me mueven a la adoración, a la intercesión, al ofrecimiento de mi vida, a la obediencia, a la pobreza evangélica. Junto con ellos recibí la enorme gracia de la vivencia de la castidad alegre y llena de paz (desconocida hasta entonces por mí). Constantemente me cuestionan sobre mi vivencia del seguimiento de Jesús, siempre producen en mí el fruto del Espíritu: paz, alegría, amor. Durante su lectura se produjo en mí una toma de consciencia de pecados pasados que habían pasado desapercibidos por mí, incluso los consideraba obras buenas.

Sus profecías de estilo apocalíptico no me atemorizan, al contrario, me alientan en la esperanza de la completa renovación de la Iglesia y del Mundo y me mueven a aportar mi ofrecimiento para la realización de los planes de Dios. Su lectura me ha movido a amar más a la Iglesia, al Papa, a orar por su Unidad, por sus líderes, por sus pastores, a perseverar en la misa y comunión diarias, confesión frecuente. He conocido más la Iglesia ortodoxa, de la que poco sabía.

Soy más consciente de la Presencia continua de Jesús en mi vida cotidiana, tengo una relación más cercana con Él y a la vez más reverente, más consciente de mi miseria y de Su Santidad. Me falta el ardor misionero, la necesidad de transmitir su amor más explícitamente, pero le sigo pidiendo esta gracia que seguramente me dará si es para su Gloria y el bien de mis hermanos.

Inés,  Argentina – 19 julio 2014 (20)

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