¿Cuál es el primero de los 10 mandamientos que nos da el Señor?

¡Cuánta riqueza y profundidad que estamos compartiendo en esta bendecida tarde!
Damos gracias a Dios por eso.

Cuando tenía 18 años, inmediatamente después de terminar el colegio secundario, ingresé al profesorado en Ciencias Religiosas. Era la más joven de mi grupo y fue un desafío para mí incorporar tantos conocimientos en materia bíblica, sobre todo. Los exámenes finales me ponían muy nerviosa porque eran orales y se contestaba las preguntas frente a un tribunal de docentes mientras el resto de la clase escuchaba en silencio.

En una oportunidad estaba rindiendo examen sobre el Antiguo Testamento ante un profesor muy erudito en la materia, que se había formado en Jerusalén, Roma y había investigado en los archivos del Vaticano durante 20 años. Yo tenía temor de no estar a la altura y literalmente temblaba. Luego de responder satisfactoriamente los temas iniciales, el profesor en cuestión me dirige una mirada pícara y dice: “Vamos a hacerle a esta jovencita una última pregunta que va a parecerle muy fácil, pero tiene una trampa y tendrá que pensarla muy bien. Si la responde correctamente habrá aprobado el examen.”

Con intensa atención escuché lo siguiente:” ¿Cuál es el primero de los 10 mandamientos que nos da el Señor? Y piense muy detenidamente antes de contestar”
Mientras pensaba a toda velocidad, me puse muy tensa porque sabía la respuesta, pero no podía descubrir cuál era la trampa que había en ella. ¿Cuál era?

Mi cabeza era un torbellino de frases y citas bíblicas hasta que vino a mi mente el versículo en cuestión contenido en el libro del Deuteronomio y citado por Jesús en el evangelio de Marcos capítulo 12. Entonces abrí mi boca para hablar con todo el miedo del mundo y dije: “Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.y exclamé ¡El primer mandamiento es escuchar a Dios!

El profesor me sonrió con satisfacción y me dijo que jamás olvidara que escuchar al Señor que tanto nos ama es el principio de toda obediencia. Y me dio por aprobado el examen. ¡Qué gran enseñanza me llevé ese día!

Casi 30 años más tarde Dios me puso a prueba con el mismo examen cuando tuve oportunidad de conocer los Mensajes de Jesús a Vassula Rydén. ¿Por qué digo esto? Porque estaba asombrada de que Jesús moviera su mano para escribir y mis prejuicios eran muchos acerca de si esa mujer podía ser una verdadera profeta. Quería creer, pero me daba miedo. Había aprendido muchas cosas como estudiante, pero nadie me había dicho que el Señor iba a seguir vivificando su Iglesia mediante el don de profecía. Para mí los profetas se habían acabado. Y eran los que estaban en la Biblia.

Tampoco me habían hablado acerca de que nuestra Madre se aparecía en diversas partes del mundo para llamarnos a la conversión. Mas bien en el ambiente en que me movía, se reían de esas cosas y las personas que creían inspiraban pena o dudas sobre su equilibrio mental.

A pesar de todo esto, como me sentía muy triste y abatida por la maldad que veía en el mundo y estaba enojada con Dios porque parecía no importarle, tomé la decisión de leer los Mensajes para ver si encontraba alguna respuesta a esos interrogantes que eran vitales para mí.  

Confiaba en que mi preparación teológica y bíblica me serían útiles para detectar cualquier error. (Como verán seguía teniendo miedo) Quería ser fiel a ese mandamiento aprendido a los 18 años. Si era Dios el que hablaba quería “escucharlo”. Al avanzar en la lectura me di cuenta, efectivamente, que Dios era quien hablaba. No encontraba nada que desentonara con la Palabra revelada y custodiada por la Iglesia durante siglos.

Conocer la VVeD significó en mi vida una segunda conversión fundada en cultivar intimidad con Dios y no, en un cumplir con un Dios lejano y allá arriba. Me asombré al tomar conocimiento de que Él era Rey Todopoderoso pero que venía a nosotros como un Mendigo y con su Corazón en la mano nos ofrecía su perdón mientras sufría por nuestros numerosos y gravísimos pecados. Qué alivio sentí al conocer que ¡No le éramos indiferentes! En absoluto. Él estaba presente y actuante más que nunca. ¡Que tenía algo que decirnos mediante el don de profecía! El Espíritu Santo estaba cantando un Himno de Amor, llamándonos a Vivir una Verdadera Vida en Dios.

Grande fue mi alegría y alivio al entrar en conocimiento de todo esto. Mi agradecimiento y alabanza también. Así como nos muestra este primer capítulo del Apocalipsis, ese Cristo Rey Todopoderoso vestido magníficamente, de ojos llameantes, es el soberano de todas las Naciones y nos dice No Temas.

Es el Alfa y Omega. Es el Señor de la Historia y también Señor de nuestras historias personales. El Apocalipsis es un Mensaje de completa esperanza. Cristo domina la escena de la historia humana. Hoy, los Mensajes de la Verdadera Vida en Dios corroboran para nuestros tiempos, este Mensaje esperanzador. Son un faro que ilumina. Reunirnos en comunidad nos ayuda a discernir y a acercarnos a la interpretación de las profecías dejándonos enseñar por Jesús mismo. En cada grupo de oración, tenemos una experiencia de Hogar, de estar en casa, en familia.

Hermanos: El Señor desea que escuchemos y conozcamos su plan de salvación. No hay lugar para el temor porque su infinito Amor está presente en todo lo que hace. Confiemos plenamente en El. Estamos viviendo tribulaciones, sí. Pero ya viene a curar nuestras heridas. Ya nos ofrece el refugio de su Sagrado Corazón.

¡Ya llega el Novio, ya llega! ¡Preparémonos! Apoyándonos unos a otros para no desfallecer.

Por eso Queridos hermanos: llevemos estas premisas para nuestras vidas: escuchar al Señor, alabarLo, adorarLo…. Porque de su Mano, sólo cosas buenas podemos esperar.

Deseamos que hayan disfrutado mucho este primer encuentro y los esperamos en los que vendrán. Demos gracias a Dios. Amén y Amén.

Marcela Groppa

Marcela Groppa. Equipo de Evangelización y equipo misionero. Testimonio durante la reunión virtual del 29 de julio de 2023.