En el encuentro del 27 de julio pasado, Hugo Sabbadini*, nos recordó las apariciones de la Virgen en Lourdes según la interpretación de Mons. René Laurentin. Las apariciones están atravesadas por la única oración que Bernardette conocía bien: el rosario. Lo rezaba con su familia en forma repetitiva cada atardecer. Esta oración se iluminará y se hará más profunda en el transcurso de las apariciones.

Bernardette en la gruta de las apariciones imita la señal de la Cruz de (Aquero) la Virgen, su recogimiento, su alegría ante el «Padre que» está «en los cielos».

«Mientras iba pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. » 7 de febrero de 1858

Su plegaria en la gruta halla sus raíces en todo momento en el silencio: el silencio del primer y del último día, las pausas en el curso de la recitación del rosario, un recogimiento que Bernardette mantiene tanto como puede al regreso de cada aparición, ya que esta oración es básicamente contemplativa.

Jesús mismo, mas de un siglo después, en diciembre de 1989, luego de pedirle a Vassula que aprenda a rezar el rosario e indicarle que Su deseo es que todos los cristianos lo recen, le recuerda la necesidad del recogimiento para que la oración llegue hasta El:

Eleva tu alma hacia Mí, reduciendo tus pensamientos externos. Recógete y siente Mi Presencia. Que tu alma se eleve de la meditación a la contemplación. Llega hasta Mí, tu Dios, en el silencio. Ven a Mí en adoración contemplativa, ¿lo entiendes? Reza el rosario ahora. 4 de diciembre de 1989

____________________________